martes, 28 de febrero de 2012

Trabajo para la etapa de diagnóstico

Actividades 1- Leer el texto “El concepto de literatura” 2- Subrayar las ideas más importantes. 3- Titular los párrafos. 4- Buscar el significado de las palabras desconocidas y anotar en la carpeta. 5- Explicar cuál es el problema que presenta el texto con respecto a la palabra literatura. ¿A qué se debe dicho problema? 6- En pocas palabras sintetizar las ideas sobre literatura que el texto presenta. 7- Recopilar los conceptos de literatura trabajados en años anteriores y unirlas con lo que el texto aporta. Redactar un texto final para plasmar todas las ideas. 8- Socializar todas las consignas. El concepto de literatura Qué es la literatura es una pregunta que atraviesa buena parte de la producción teórica y crítica de las últimas décadas, como así también el campo de la producción literaria. Tal es el caso de ciertos textos de ficción en los que es posible encontrar reflexiones sobre la literatura, como la novela Respiración artificial de Ricardo Piglia. Los reportajes a escritores también suelen ser una fuente metatextual interesante para observar diferentes posiciones frente a la pregunta por el concepto de literatura. La teoría literaria moderna, desde el formalismo ruso en adelante, ha conceptualizado esta pregunta como el problema de la especificidad literaria y ha dado diferentes respuestas que se podrían esquematizar de la siguiente manera: por un lado, se encuentran aquellas definiciones que buscan en la literatura algo esencial, un valor intrínseco, que perdura en el tiempo y que permite afirmar, por ejemplo, que determinado texto es una "bella obra literaria" o que es un clásico; otro tipo de definiciones caracterizarían a la literatura a partir de algunas "marcas" formales (estructurales, léxicas, temáticas, etc.) que darían cuenta de su especificidad. Esta discusión puede enriquecerse a partir de la introducción de otras perspectivas. Desde una mirada sociológica, interesa rescatar la noción de "institución literaria", en la que se incluyen distintas instituciones y actores que cumplen una función (fundamental) y que detentan un poder específico en el momento de definir qué es la literatura. La universidad, los editores, la crítica literaria académica y periodística, los suplementos culturales de los diarios y las revistas literarias son instituciones especializadas que cumplen una función central en las decisiones sobre qué es y qué no es literatura: incluyen y excluyen textos, realizan una tarea, en muchos casos, explícita o implícitamente valorativa y proponen también un modo de interpretar los textos. Se dice que es literatura: 1. Se comprende bajo el nombre de "literatura" la reunión de obras en prosa y verso. Esta palabra significaba primitivamente el alfabeto y el arte de dibujar las letras. Se aplicó también a la gramática propiamente dicha y después a los conocimientos literarios en general. Finalmente, y por excelencia, a las obras literarias de las que debe honrarse una nación. 2. Obra literaria es una ordenada serie de pensamientos, expresados por medio del lenguaje, y dirigida a un fin, que en último resultado nunca debe ser otro que el bien de la especie humana. 3. La literatura se define esencialmente en términos de lo que alguna clase social y algunas instituciones (las escuelas, las universidades, los libros de texto, los críticos, etc.) llamen y decidan usar como literatura. 4. Literatura es todo lo que se lee como tal. En la problematización acerca de qué se considera que es o no es literatura se encuentra la clave de toda reflexión dentro del aula sobre la obra literaria: preguntarse por qué es literatura es ya una forma compleja de hablar sobre la literatura. Porque la misma pregunta dispara formas del decir sobre la literatura. Desde la concepción de los románticos sobre la literatura como "las bellas letras", pasando por las excepción o el desvío a la norma que sugieren los formalistas rusos, hasta la visión del estructuralismo que la percibe como un decálogo de funciones; todas son discusiones que, en definitiva, denuncian que no hay una sola definición de qué es la literatura. Como afirma el crítico inglés Terry Eagleton: "Cualquier cosa puede ser literatura, y cualquier cosa que inalterable e incuestionablemente se considera literatura -Shakespeare, pongamos por caso- puede dejar de ser literatura" . Delimitadas por los gustos de cada época, los avatares del mercado, las disputas del campo intelectual y literario; la respuesta a la pregunta por qué es literatura fluctúa y produce una incertidumbre enriquecedora en la discusión de la clase. "Literatura" es un concepto polisémico, fuertemente dependiente de la Historia misma. Y es que, aunque comenzó como "instrucción" (el vocablo literatura es un derivado erudito del término latino "litteratura") y designaba el concomimiento en el arte de escribir, leer o erudición en general, ha variado y variará con el paso de los siglos y sus nuevos enfoques culturales. Pasando por la concepción renacentista de la literatura como ciencia en general, llegamos a la aplicación del término, en la segunda mitad del siglo XVIII, a una actividad específica del saber y a la producción resultante de ésta. A finales del mismo siglo, ya se asocia al conjunto de obras literarias de un país, pasando a hablarse de literatura francesa, inglesa, etc. Más adelante se la asocian nuevas acepciones que, en conjunto, no son más que criterios distintos de clasificación o de valoración del término: expresiones como literatura de terror, de evasión, de amor, literatura del siglo XVIII, literatura romántica, o, en sentido más bibliográfico, usos como "sobre el Barroco hay abundante literatura", o bien, por elipsis, se usa "literatura" en vez de "historia de la literatura". En la época positivista, la literatura se identificaba con cualquier texto, documento, impreso o manuscrito, de la índole que fuera. La polémica sobre la inclusión o no de la producción de carácter más didáctico en el concepto de literatura, depende de si se aplica o no el criterio de estética-arte que empezó a funcionar con la llegada del Romanticismo y su rico mundo interior. Hoy sigue sin ser unívoco, utilizándose cualquiera de sus variadas acepciones según el criterio escogido. Intentando buscar una definición lo más objetiva posible, que de algún modo incluya todas las acepciones posibles, buscaré refugio en la Lingüística. Al fin y al cabo, lengua y literatura son inseparables. Así, se puede considerar la literatura como una forma artística de comunicación, mediante la cual un autor expresa ideas y/o sentimientos con una finalidad concreta que depende de su intencionalidad. Es una forma de comunicación en tanto que precisa de los elementos ordinarios de toda comunicación (emisor, receptor, canal, contexto, código y mensaje), y es artística porque es creativa. De esta forma, dotando a la lengua de esta cualidad artística, se puede ampliar enormemente el espectro de posibilidades lingüísticas. Definir literatura, debe pues, a mi modo de ver, realizarse en función de su doble naturaleza comunicativa y artística, que, a diferencia de la meramente comunicativa, la dota de una serie de nuevas cualidades que la distinguen y, en consecuencia, definen: Connotación. La literatura es fuertemente connotativa, es decir, se basa en reglas del mundo real, pero sin denotarlo. El verbo en literatura no se agota intelectualmente, ampliándose, connotándose por emociones o sentimientos del autor. Ambigüedad. Aunque el término puede sonar un tanto despectivo a los amantes de la literatura, cuando William Empson lo utilizó para definirla, se refería a ambigüedad en sentido de oposición a la literalidad. Plurisignificación. Sin duda, el término que mejor define la literatura es el introducido por Philip Wheelwright, para resaltar las múltiples dimensiones semánticas que encierra la literatura, en contra del discurso lógico, político, etc, que son monosignificativos. La literatura, consiste pues, en una potenciación de los valores semánticos de los signos lingüísticos que componen una lengua. La literatura nace de estos valores materiales (literales) de los signos lingüísticos, lo que sucede es que luego, signos con valores literales potencialmente distintos, se combinan para formar un nuevo valor que trasciende la literalidad de conjunto, "creándose" una realidad nueva, una semántica nueva que en realidad viene a ser el fundamento del concepto de arte. Es un lenguaje usual que origina un lenguaje literario a través de la acción de ciertas fórmulas que se han dado en llamar figuras o recursos estilísticos(símbolos, metáforas, inversiones, paralelismos, repeticiones, etc). 9- Leer “La importancia de la literatura” 10- Justificar el tipo de texto, marcar la estructura y los recursos. 11- ¿Sobre qué nos trata de convencer el texto? 12- Anotar de manera sintética todos los argumentos del texto. Tomar dos o tres de ellos y justificar si estás de acuerdo o no con lo que se manifiesta. 13- Redactar tu experiencia lectora con los libros y la literatura. Para ello tener en cuenta: primer acercamiento a los libros y la lectura, tipos de lectura que realizaron y aun realizan, preferencias lectoras, importancia de la lectura en sus vidas, cantidad de libros leídos, especificar si fueron por motivación propia, recomendación, obligación, etc. 14- Socializar las consignas. Importancia de la literatura ¿Qué es la literatura? Una manera de ver, sentir, captar y disponer palabras a fines estéticos. El escritor que plasma ideas usa vocablos, se sitúa en un espacio y un tiempo, habla de sí y de los demás, consciente e inconscientemente. Pertenece a una cultura cuyos elementos expone a un lector cercano o distante. Estudiar literatura puede ser una oportunidad para enseñar historia, geografía, ideas, maneras de entender el mundo y sobre todo modos correctísimos, útiles, a la hora de formular sentires y pensamientos. ¿Qué es la literatura ? Antony Burgess la define como « la exploración estética de la palabra ». Y, ¿para qué sirve? Para nada dicen los más atrevidos. Los literatos dan respuestas divergentes. La literatura puede servir parar enseñar idiomas. En sus ensayos, sus relatos, sus poemas, la literatura habla de antropología, sicología, historia...,etc. Más allá de las preferencias, hay algo concreto:la literatura es importante a lo largo de la vida. Tiene importancia en el desarrollo del niño, en la adolescencia, en la adultez y en la vejez. Los especialistas no dudan en enumerar diversos motivos que certifican esta cuestión. La literatura nos propone textos varios que nos dan una idea de las creencias, las sensibilidades de los distintos pueblos que constituyeron y siguen constituyendo lo que hoy se llama América Latina. Pocos se animarían a afirmar que la literatura no tiene importancia en el desarrollo de las personas o de la sociedad en general. Sin embargo, la realidad muestra que la lectura es una actividad relegada a la hora del ocio, al menos para una gran cantidad de gente. La televisión o los videojuegos, por ejemplo, pueden resultar más atractivos. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la lectura es un hábito. Por lo tanto, se trata de un aprendizaje que se incorpora a nuestro comportamiento. De allí la necesidad de acercar la literatura a los estudiantes, primero leyéndoles y luego acercándoles sus primeros libros para que puedan leer por su cuenta. La literatura puede ser divertida, y eso es lo que tiene que saber un adolescente. La imaginación es ilimitada y abre la puerta a un mundo de juegos y fantasías. En la adolescencia, la literatura mantiene su valor. No hay que olvidar que los libros son la memoria de la humanidad y el archivo más grande que existe de las ideas y emociones humanas. Por eso, la literatura es imprescindible para la maduración personal e intelectual de los jóvenes. En esta etapa de la vida, es cuando se consolida el hábito lector y donde las personas comienzan a desarrollar el sentido crítico. Los textos permiten conocer otras formas de pensar, en un proceso dialéctico que termina por forjar la propia identidad del joven. Los adultos y los ancianos tampoco deben descartar a la literatura. Aunque no se trata de algo utilitario, la literatura nunca deja de ser productiva. Genera conocimientos y promueve la reflexión, logrando que uno se piense a sí mismo y se plantee su relación con los demás. Ahora bien, para que la literatura sea realmente importante es necesario hablar del libro. El libro se presenta en primera instancia como un portal a la sabiduría, pero lo más importante, citando a Eliseo Verón*, “como modalidad de relación mediatizada con el mundo (…) El libro es ante todo un lugar, un espacio en el que se puede entrar y salir”. Sabiduría, sí, pero también relajación, goce y estimulación de la creatividad Los textos literarios pueden resultar algo tedioso, pero también enriquecedores, y si bien requieren de un ritual especifico, como una mayor concentración de todas las facultades cognitivas (aunque sea forzadas), también puede resultar agradables si disponemos de lo necesario para hacer de la lectura un momento de disfrute. En la mayoría de los casos, el silencio es el mejor acompañante, pero existen quienes se concentran mejor acompañados de música, café, tabaco, otros lectores, etc Desde que desapareció la oralización que permitía la lectura en voz alta y se generalizó la lectura en silencio con los ojos, ésta se transformó irreversiblemente en un proceso individual de apropiación del sentido. Recordando un texto, trayendo a la mente el libro que tuvo una vez entre las manos, el lector puede convertirse en libro del que tanto él como otros pueden leer. Este atributo de la lectura, que permite al lector relacionarse con un texto no sólo gracias a la lectura atenta de sus palabras sino gracias a su asimilación, hasta convertirlas en parte de sí mismo, no siempre fue considerado una ventaja. De hecho, la lectura privada llegó a establecerse en tiempos de Aristóteles, quien reunió para su uso personal una de las primeras colecciones importantes de manuscritos, pero la lectura en silencio se generalizó en el siglo XV junto al nacimiento de la imprenta de caracteres móviles. En el siglo V San Agustín se sorprende de que Ambrosio, obispo de Milán, lea en silencio (o en voz muy baja, según otras traducciones) en una época en que lo corriente era la lectura en voz alta. Luego sugirió una nueva manera de leer: tomar una idea, una frase, una imagen, enlazándola con otra sacada de un texto distinto retenido en la memoria, ligando el todo con reflexiones propias, para producir así, de hecho, un nuevo texto cuyo autor es el lector. Muchos siglos después Santo Tomás de Aquino elabora una serie de reglas para los lectores: colocar las cosas que se quería recordar en un orden determinado, desarrollar “afecto” hacia ellas, transformarlas en “semejanzas inusuales” que facilitaran su visualización y repetirlas con frecuencia. Para los antepasados el temor a perder un texto memorizado estaba únicamente ligado al deterioro de la edad. Esto me trae a la mente la obra Farenheit 451 de Ray Bradbury, que muestra una sociedad donde los libros están prohibidos y son quemados, mientras los rebeldes, para salvar aquel acervo de conocimiento y arte, memorizan las obras. Los rituales de lectura ayudan a la concentración y a la memoria, pues la asociación de un momento placentero con el ingreso de nuevos datos da resultados positivos. Pero cuando llega la hora de la ficción, la imaginación del lector se pone en marcha para darle colores, aromas y emociones a las palabras ajenas grabadas en el papel. Nada mejor que una relajante tarde de primavera con un libro en las manos, sentado frente al mar o en un parque. O un día frío de lluvia, relajado en casa junto a una taza de café y compañía imaginaria. Aquí, los sentidos se estimulan y entra en funcionamiento la capacidad creativa de cada lector para darle a libro vida visible sólo antes los ojos de la mente y el corazón. La magia de un libro radica en su carácter desestructurante, es decir, uno puede elegir libremente donde entrar y cuánto salir, y es en el reconocimiento donde el lector produce la individuación del sentido. Un buen ejemplo son lasmarcas de lectura, los subrayados y anotaciones. La lectura de los libros interviene en la biografía de cada uno y esto se aplica tanto en los libros de conocimiento como de literatura. El recuerdo de las lecturas es como el álbum de fotos de familia, salvo que no constituye una memoria familiar sino estrictamente individual. Existe un ejercicio común que puede resultar entretenido: coger un libro que uno haya leído hace un tiempo y ver las marcas personales, una frase, una oración, un párrafo resaltado. Esto nos dice mucho sobre nosotros mismo, qué sucedía en nuestras mentes y en nuestros corazones para haber destacado aquel fragmento escrito. Si el mismo libro es releído mucho tiempo después, uno se sorprende de resaltar otros fragmentos, pues la lectura y apropiación de sentido está íntimamente ligado con nuestro presente. Así vemos como un texto invita a múltiples lecturas. Si el libro aún sobrevive en esta era tecnológica es porque tiene una particular importancia, y es que la lectura, irremediablemente, es una aventura individual. Entonces, libro, lectura y literatura son elementos necesarios a la hora de desarrollarnos como personas críticas, íntegras y plenas en sabiduría y conceptos. Es necesario, que no dejemos de lado la lectura y la literatura para que de esta manera podamos tener en nuestras manos todas las herramientas necesarias a la hora de enfrentar las adversidades de la sociedad de manera pacífica. Solo así, comenzaremos a construir un mundo mejor.

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